Las lagrimas aparecen otra vez
y veo tu silueta desaparecer
llevándose todo de mí.
Se suponía que sería al revés,
pero ya ves que soy la que siempre pierde.
Te he botado, y me duele.
¿Porqué?
Soy yo quien te deja
pero mi alma ya se ha aferrado a ti.
Y es que no aprendo,
y ya extraño tu barba
rozando mis mejillas,
y tus labios
abrazando los míos.
Tu voz en las noche,
¿eran ciertas tus promesas?
Obviamente no.
Maldición.
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