miércoles, 10 de enero de 2018

Una noche, un chico

La vida de uno siempre se reduce a memorias, recuerdos de lo vivido. Todo al final se convierte en pasado y se queda como en un estado de intangibilidad, pero que de cierta forma nos define, y sobre todo nos conforma y hace humanos.  


Decidida a salir de noche, a liberarme de un todo por un momento, plantee mi idea de pasar el año nuevo fuera de casa, a mis padres con cierto temor. Sorprendentemente mi pedido de permiso fue otorgado, y como es debido salí. Horas antes no tenía nada planeado, pero en el trayecto a Miraflores empecé a quedar con un chico para pasarla juntos. 

 Decidí invitar a este amigo porque me resulto de cierto modo interesante, aún no lograba definirlo, debido a que salía con muchas chicas pero a la vez mostraba su desinterés por la vida. De cierta forma también me pareció como si fuera la soledad la que era su única compañera, y eso me atraía más. 

 Apareció en su Volkswagen negro del 68, me subí sin vacilar. Fuimos por la costa verde, sin rumbo definido. Ambos con cierta disposición de no estar en ninguno en su casa y conformarse con la compañía del otro. Me di cuenta como poco a poco la incomodidad entre ambos iba desapareciendo. Los temas hablados fueron profundizándose en los pensamientos del otro, las vivencias raras, los malos amoríos, las ideas absurdas. 

 Así pasaron dos horas, que al inicio se sintieron eternas, pero pronto las fuegos artificiales empezaron a aturdirnos, pero a la vez nos informaba que ya eran las doce de la noche. 

 Decidimos ir en busca de algún lugar más calmado, fuimos por el circuito de playas con dirección a San Miguel, pero las calles estaban presas de las entusiastas personas vestidas para la ocasión y ganas de celebrar el año que empezaba. Fuimos a San Isidro y en el camino, empezamos a plantear más ideas: visitar alguna casa abandonada, ir a punta hermosa o chorrillos, ir a un hotel a dormir por dos días o emborracharnos hasta morir. 

 Nos detuvimos cerca a un malecón atraídos por los bomberos. Sacó su cámara, sin vacilar salimos del Volkswagen, guiados por la gran curiosidad de la cuál permitimos ser colmados. Dudo que en algún otro momento habríamos hecho eso, o capaz sí, pero nuestro accionar era de cierta forma para llenar las horas que nos quedaban por delante y no llegar a aburrirnos con el otro. 

 Muchos vecinos del lugar salieron a ver lo que ocurría, también decidieron tomar fotografías, grabar o hacer un vídeo en vivo. Un par de hombres suponían cuales habrían de ser las causas del fuego que se había desatado en el acantilado. Mi compañero y yo nos acercamos más. Habían tres bomberos alrededor del incendio, atados en cuerdas para no resbalar y caer. Llegaron dos hombres del serenazgo del distrito para calmar a los espectadores y advertirles de que no se acerquen, ya que otro evento accidentado resultaría muy inoportuno. A él le preguntaron si era de algún periódico o canal, a lo cual él su respuesta fue negativa y continuó con lo suyo. Yo me distraje viendo la altura del precipicio donde nos encontramos y luego como el humo se alzaba y llenaba todo el ambiente. 
 Cuando parecía todo controlado nos fuimos alejando rumbo al carro negro de mi acompañante. Al entrar ha su coche, resalté lo bien que habían quedado las fotos y sería bueno que se los mandará a algún periódico a ver que tal le iba. Tomo mi idea como una posibilidad no muy mala y arrancó. 

Retomamos la calle, y nos encontramos en Miraflores de nuevo, había pasado tan solo una hora y a mi me quedaban cuatro horas para despedirme y a mi compinche el tiempo que quisiera. 

En un arrebato que nos generó el gran aburrimiento que se empezaba a producir decidimos comprar licor e ir a algún lugar. Fuimos en busca de una licorería, pero ya todas estaban cerradas. Llegamos a Surquillo y encontramos una abierta, había un grupo de señores tomando y riéndose, disfrutando del amanecer. Salimos comprando una botella de Ron, y luego fuimos a un grifo a llenar su tanque, y aprovechar a buscar un baño. Antes de irnos compramos también una botella de jugo de naranja. Al regresar con la compra mi compañero me preguntó nuestro nuevo destino para poder servirnos de las bebidas que teníamos. No se me ocurrió nada, pero recordé su idea que había lanzado, la de ir a un hotel a dormir por dos días. Así que fuimos a uno cerca. Estacionó el carro en la cochera  del hotel, y subimos por las escaleras que nos dejaba en la recepción. 

Una mujer nos dio la bienvenida, mi amigo preguntó por los precios de las habitaciones, y tomamos la más larga, la de toda una noche. Subimos hasta el tercer piso donde se encontraba la habitación que nos dieron, en el segundo piso me topé con una mujer alta que salía de una de las habitaciones, llevaba un vestido rosa elegante, su cabello rubio lo llevaba en un moño alto, sus pestañas eran muy negras y su piel blanca; nos miró con cierta sorpresa que rápidamente se convirtió en indiferencia y siguió con su camino. 

Al entrar a la habitación nos detuvimos unos segundos en el umbral contemplado el lugar. La cama era grande y tenía el edredón blanco, al igual que las almohadas. Habían dos sillones de madera frente a la cama, los asientos y los respaldares estaban acolchonados. A cada lado de la cama se encontraba una mesita y  una lámpara en cada una. 

Nos dividimos al dirigirnos hacia la cama. Me quite mis botas y medias, mientras que él solo se quitó sus zapatillas. Nos sentamos en la cama y sin más abrimos las botellas. Al inicio con cierta duda de que si en verdad nos emborracharíamos, pero en el primer vaso de ron y jugo de naranja nos decidimos a hacerlo. 

 Ambos estábamos entusiasmados por nuestra decisión, tanto fue ese sentimiento que decidimos tomar puro el licor y dejar de lado el jugo. En el cuarto vaso nos encontrábamos de cierta forma fuera de sí, sobre todo yo. Los dos aceptábamos que ya nos estaba afectando debido a que no tomábamos alcohol como los jóvenes de nuestra edad. Me apoyé en el respaldar de la cama para dar un respiro y tratar de no perder la compostura, mientras él me miraba. Se fijo en mis pies descalzos y pasó sus dedos en la planta de mi pie, pero al ver que no me inmutaba se sorprendió. Le dije que era porque no tenía sentimientos, repitió su accionar y nada. Me acerqué e hice lo mismo en su planta, que estaba protegida por su media, se movió un poco y se alejo su pie de mis dedos. Me reí al comprobar que él si sentía, me contestó que podía sobrellevarlo pero no tanto como yo y cerro sus manos en mi pie. Comentó lo frió que estaban y le dije que era porque soy así. Se acercó más y se apoyo en mi piernas las cuales las mantenía dobladas. Toco mi rodilla y recostó su cabeza en ella. Me acerqué más y le acaricié la cabeza, pasando mis manos por su cabello ondulado, el cuál llevaba largo, al igual que su barba. Al darse cuenta de mi proximidad se levantó y nuestros rostros quedaron muy juntos así que nos besamos. 

En mi mente me repetía que aún estaba consciente, y no era una alucinación lo que presenciaba en ese momento. Los besos se volvían más prolongados, su lengua se encontró con la mía y se movían sin tropezarse, como si ya lo habríamos hecho antes. Nuestras manos no se inmutaron y recorrían el torso del otro. Nos separamos de momento a otro y nos empezamos a desvestir, sin decir nada, sabiendo lo que pasaría. Me quité primero el pantalón y sentada en la cama hice lo mismo con la blusa que llevaba, me voltee para contemplar a mi compañero y lo vi parado al otro lado quitándose el polo. Fije la mirada en la cama, lleve mis manos a mi espalda para desabrocharme el sujetador y ahí me quedé en mis recuerdos. 

Al levantarme las luces estaban apagadas, estaba desnuda al igual que mi cómplice que se encontraba a mi lado. Cogí mi celular y me fijé la hora, eran las nueve de la mañana. Solté un suspiro y pregunté que había pasado, él me relató que se había pegado un susto porque empezaba a vomitar y me estaba quedando dormida mientras eso pasaba. Trato de mantenerme despierta todo la noche para que no me ahogue en vómito. Me sentí muy tonta y le pedí disculpas por ello, él repuso que también vomitó y que no me preocupará, que al menos ya estaba mejor. Me volteé mirándolo y acercándome más, él puso su brazo bajo mi cabeza y pasaba su mano por mi espalda, yo lo abracé. Nuestros labios se encontraron de nuevo, y nuestras piernas se entrelazaron. Me subió sobre él, nuestros cuerpos estaban pegados, los suspiros empezaban a sonar más fuertes y se convirtieron en gemidos. Nos tomábamos fuerte de las manos cuando uno soltaba un fuerte grito de placer. Sus labios recorrían mi pecho, y mis manos acariciaban su rostro y sus cabellos, mi rostro lo escondía entre su hombro y su cuello, mientras nuestros cuerpos seguían danzando. 

 Así pasaron casi una hora, nos tumbábamos en la cama para recobrar el aliento y volvía estar sobre él o él sobre mí o los dos sentados. A eso de las diez decidimos tomar un descanso hasta las once, tratamos de dormir abrazados, al inicio no conciliábamos el sueño. Me quede mirando su rostro fijamente. Se había quitado los lentes, y su cara no tenía ninguna arruga, sin ningún rastro de tensión o preocupación. Sus ojos se abrían por momentos haciendo mover rápidamente sus pestañas largas. Su cabello castaño caía por sus hombros confundiéndose con su barba. Tenía los labios rosados y por momentos también abría la boca o sacaba su lengua para mojar sus labios. Su tez se veía más clara en la oscuridad que nos albergaba, aunque ya era de mañana, pero teníamos las cortinas cerradas y toda luz apagada. Su piel era suave, tanto en su rostro como en sus manos que acariciaban mi espalda baja. Me dispuse entonces a cerrar por fin mis ojos, y para calmar mi ansiedad y que el sueño me invada me entretuve sintiendo los vellos de las piernas de mi compañero en mis pies. 

 Me despertó el vibrar de mi celular, no era la alarma sino la llamada de mi madre. Colgué deprisa y me fije en la hora que ya marcaba las once y media o más. Mi acompañante me preguntó si todo iba bien, le informé de la hora que ya era. Él me pidió que avisará a mis padres que estaba bien, lo cual hice enviando un mensaje, mientras que él respondía el llamado de su padre. 

 Seguimos acostados, me preguntó si la había pasado bien, a lo cual respondí que sí y él mencionó lo mismo. Le propuse bañarnos antes de irnos a lo que aceptó. Se sentó al bordé de la cama y como una forma de estirarse tomo su cabello en alto y luego lo enredó como en una cola y lo dejó caer. Pude visualizar que tenía una lunar casi al medio de la espalda. Él se levantó y se dirigió al baño, así que le seguí. 

 Entramos al baño y llenamos la bañera con agua tibia, ambos nos sentamos ahí. Todo se sentía muy bien, la luz suave y cálida de la bombilla de luz reforzaba el ambiente relajante que se había creado. Nos recostamos frente a frente, mis piernas estaban encima de él, y las suyas alrededor de mi cuerpo. Pude visualizar sus tatuajes, y los comentamos, también comentamos lo bien que se sentía estar ahí. Deseaba que todo eso se quedará y permaneciera, porque se sentía muy bien, todo estaba calmado, no se oían fuegos artificiales que reflejen que era un año nuevo, no se escuchaba los carros ni ruidos que podrían provenir de los cuartos contiguos. 

 Cambié de posición cuando descubrí que el agua se estaba escapando, aprovechamos para tapar bien el hoyo del drenaje, y me acosté a su lado un poco más abajo, nuestras piernas se entrelazaron de nuevo. El tiempo parecía detenerse, pero ambos sabíamos que este continuaba, pero deseábamos poder quedarnos así, rodeados de ese ambiente tranquilizante, aislados de todo aquello que nos pueda dañar. 

 Luego de unos minutos él fue el primero en levantarse de la tina y salir de esta. Me quede sentada observando como se secaba con la toalla que se encontraba ahí pero la dejó para mí. Se dirigió al cuarto en busca de otra para él, y mientras se secaba parado frente a la cama me echaba los ojos encima de vez en cuando. Yo me dispuse a seguir disfrutando un poco más del agua tibia, dejaba flotar mis brazos y veía como el agua acariciaba mis piernas pero no tapaba mis rodillas, hasta que él se acercó y me dijo que ya se iba a vestir. Tome la toalla que había dejado y salí de la tina. Cuando ya me encontraba seca me dirigí en busca de mi ropa. 

Salimos de la habitación a las doce del medio día. El hotel se veía más iluminado con la luz artificial que llevaba y la luz natural que le hacía compañía. El cielo se veía blanco, sin rastro de nubes pero tampoco de sol. Todo me parecía muy sobreexpuesto, pero poco a poco fue volviéndose real. Salimos del hotel en el Volkswagen, hablamos poco de lo que pasó, y prometimos nunca más acercarnos a una botella de ron. Mi acompañante se cercioró de que sabía donde tenía que tomar mi carro para irme a mi casa y de que estuviera bien antes de bajar de su carro. Al estar seguro de que mi condición estaba bien, me llevó al paradero y al llegar, sin decir nada me baje, me repitió las indicaciones para tomar mi carro y yo empecé a caminar sin despedirme y él siguió su camino. 

Hemos hablado un poco luego de eso, tratamos de pactar un día para volvernos a ver pero recientemente me ha parecido que no está bien anímicamente y no quiere hacer nada, ni ver a nadie. Como cosas que pasan no me puedo comunicar mucho tampoco debido a que no tengo celular y él acaba de desactivar todas sus cuentas. 

Sé que puede parecer que quiero como de lugar encontrar o verlo otra vez con cierto apresuramiento, pero en verdad solo lo quiero conocerlo más, me conformo con solo hablar con él por las redes sociales, pero parece decido a desaparecer por un tiempo. 

Me intriga no saber que es lo que lo ha llevado a decir hacer todo eso, miles de ideas se me vienen a la mente pero ninguna satisface mis preguntas. Pero bueno, no quiero tampoco sofocarlo más de lo que puede estar. Me resulta ciertamente curioso todo esto, lo que ha pasado y sus consecuencias. Ojalá pueda saber algo de él pronto o al menos un indicador que sigue aquí y bien. 


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e v s 

martes, 9 de enero de 2018

¿Donde estamos?

Tengo 18 años, y vuelvo después de casi medio año a por escribir en esta plataforma.

Recuerdo la idea con la que empecé a abrir... hacerlo como un diario. Un libro personal, virtual, pero que a la vez no fuera lo usual, algo qué me ayudará a liberarme y, que con el tiempo ayudaría a los demás. Me expresaría y contaría lo que me sucedía y lo que tenía en mente. 
Primero hablando de mi año espectacular, donde conocí a la chica que me enseñó a ser yo misma, sin temor del que dirán y es eso lo que te vuelve especial, original, auténtico.  
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(Pasado un año - 2018)
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Ya me di cuenta que no pierdo la costumbre de dejar todo a medias, y este ha sido el caso. No recuerdo bien a lo que quería llegar hace un año escribiendo el párrafo anterior.
Ahora tengo 19 año, me he mudado de cuarto en mi casa y voy a mitad de estudios en la universidad. Aún tengo temor, querido lector, pero ya debes saber que el miedo no es algo de lo cuál nos libremos. Siempre hay...

Creo que empecé a escribir aquí en el 2012 o 2013, y ya estamos en el 2018, qué pasada! El tiempo no se detiene por nada, sin cuidado de nadie. Aún cuando dejemos de existir, el tiempo continuará. Y cada vez siento cómo corre más rápido.

Pero no me preocupa mucho ello, es más el hecho de sentirme detenida, como sofocada de muchas cosas y a la vez de nada. Poco recuerdo de mis preocupaciones cuando recién empecé a escribir, tales asuntos me rebotaban en la cabeza y me afligía demasiado por ello. Pero ahora si los volviera a tener, sé que la solución llegaría tan pronto, y si me demoro en saber que hacer sería por la gracia que esta situación me generaría. No en plan de burla, sino como de nostalgia y hasta de cierta ternura.

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Esta madrugada en la que escribo me doy cuenta que muchas cosas siguen igual. La mayor es la soledad que siento, la sensación de no pertenecer a ningún lugar y tiempo. Pero a la vez, mi pasión por fijarme en detalles o situaciones, y hasta personas. Lo último ha me ha generado muchos líos personalmente, pero eso ya es otro tema.

Ahora, como otras noches de este verano en las que no he conseguido dormirme de prisa, el sonido de la lluvia y el olor que emite al caer en los ladrillos, las casas de concreto y las pistas, me atrapan. Y estoy dispuesta a dejar que me siga entreteniendo... probablemente he cambiado de tema rotundamente, pero ya habrá más entradas para desarrollarlos.

Sigan luchando, sigan viviendo, yo trataré de hacer lo mismo.

Evs -